El Espíritu. Ken Wilber


El Espíritu no es un estado alterado de conciencia ni un estado no ordinario de conciencia. Lo único que existe es el Espíritu y dentro de él se despliega el mundo, lo único que existe es Un Solo Sabor y de él emanan todas las diferencias. No existe ninguna alternativa al Espíritu porque el Espíritu es lo único que existe. Un Solo Sabor no va ni viene, está más allá del movimiento y de la inmovilidad, del cambio y de la quietud, de la actividad y el reposo. Mires hacia donde mires lo único que verás es Un Solo Sabor; permite que tu mente se expanda hasta los confines del universo y no encontrarás más que Un Solo Sabor, deja que tu conciencia se ensanche hasta el infinito y lo único que degustarás será Un Solo Sabor.

¿Dónde está, pues, este desconcertante Un Solo Sabor? ¿Quién está leyendo ahora esta página? ¿Quién está contemplando desde esos ojos? ¿Quién está escuchando desde esos oídos? ¿Quién está viendo el mundo ahora mismo? En éste, en éste y también en este instante, el Vidente, el Testigo omnipresente (que es su Yo inmediato) se halla al borde de la revelación no dual. Descansa en tu propio Yo, descansa en el Vidente de esta página, de esta habitación y del mundo; descansa en la inmensa Vacuidad en la que ahora mismo se origina el mundo entero... y ve si el mundo no es idéntico a ese Yo. En el mismo momento en que descanses en el Testigo, advertirás que la sensación de Testigo y la sensación del mundo son una y la misma (“Cuando escuché la campanilla, no existía yo ni tampoco campanilla, lo único que existía era el sonido”). En la sensación simple de la existencia, uno deviene el Mundo.

¡Mira! Eso es todo.

Poco importa lo efímera que sea originalmente esa sensación porque, una vez que degustes Un Solo Sabor, brotará, de las profundidades de tu ser, una motivación (denominada compasión) que te acompañará de un modo tan íntimo y continuo como tu respiración. Cuando hayas paladeado Un Solo Sabor y hayas visto el modo en que los problemas fundamentales de la existencia se desvanecen ante el resplandeciente sol de la evidencia, nunca más volverás a ser la misma persona. Entonces querrás, desde lo más profundo de tu ser, que los demás también puedan liberarse de la carga de los ensueños, de la agonía que acompaña a la sensación de identidad separada, de esa tortura llamada tiempo y de esa tragedia llamada espacio.

Poco importarán entonces las motivaciones secundarias que acechen tu camino, poco importará el enojo, la envidia, la vergüenza, la autocompasión, el orgullo y los prejuicios que te recuerden a diario lo mucho que te queda todavía por hacer porque, por debajo, por encima y alrededor de todo ello, el latido de la compasión seguirá retumbando, el clima de la atención impregnará todas tus actividades y te verás motivado, en el mejor sentido del término, por la promesa -hecha hace ya tanto tiempo que te olvidaste de ella- de escuchar esa llamada hasta que todas las almas se liberen en el océano del Infinito.

La compasión te mantendrá en el camino y te impulsará a trabajar cada vez más duro, hasta que las lágrimas empañen tu visión, hasta que tus manos sangren y entregues tu vida en el empeño. Y recuerda que, desde lo más profundo de su corazón, el Mundo está dándote ya las gracias por ello.

Ken Wilber en Diario


Esta conciencia presente, luminosa y nítida

en la que Forma y Vacuidad no son dos,

es la conciencia en la que los tres estados

[vigilia, sueño y sueño profundo]

se hallan espontáneamente presentes.

Practícala día y noche de continuo, hijo de mi corazón,

porque la no dualidad es la libertad natural

Tsogdruk Rangdrol

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