El Testigo. El Vidente

Trate de sentirse a sí mismo en este instante, trate de ser consciente de usted mismo y dése cuenta de que ese yo no es más que otro objeto de su conciencia. Este pequeño yo y el conjunto de pensamientos que desfilan ante usted se asemejan a las nubes que atraviesan el cielo. ¿Qué es el Yo real que está contemplando todo esto? Preste mucha atención y pregúntese ¿qué o quién soy Yo?

Cuando usted penetre en la Subjetividad pura, en el Vidente puro, descubrirá que no se trata de un objeto. Usted no puede verlo como objeto ¡porque no es un objeto! No es nada que usted pueda ver. Si logra permanecer sereno en esta conciencia observadora -contemplando el cuerpo, la mente y la naturaleza que le rodea- comenzará a darse cuenta de que está experimentando una sensación de libertad, de liberación, una sensación de no estar atado a ninguno de los objetos que desfilan frente a usted sino que simplemente reposa en esa inmensa libertad.

Ante usted desfilan las nubes, los pensamientos y las sensaciones corporales, pero usted no es nada de eso. Usted es el espacio abierto y libre a través del cual van y vienen todos esos objetos. Usted es una apertura, un claro, una Vacuidad, un espacio abierto en el que se desplazan todos esos objetos. Las nubes aparecen y terminan desvaneciéndose, las sensaciones aparecen y terminan desvaneciéndose, los pensamientos aparecen y terminan desvaneciéndose... y usted no es nada de eso. Usted es la amplia sensación de libertad, la Vacuidad abierta, la apertura de la que emanan las distintas manifestaciones, el espacio mismo en el que aparecen, perduran durante un tiempo y terminan desvaneciéndose.

De este modo, es como usted empieza a darse cuenta de que el Vidente que está presenciando todos esos objetos es una espaciosa Vacuidad. No es una cosa, un objeto, ni nada que usted pueda ver ni a lo que pueda aferrarse, sino una sensación de amplia Vacuidad totalmente ajena al mundo objetivo del tiempo, de los objetos, del estrés y del esfuerzo. El Testigo puro es una Vacuidad pura en la que todos los sujetos y objetos individuales aparecen, permanecen un tiempo y terminan desvaneciéndose.

¡De modo que el Testigo puro no es algo que usted pueda ver! Cualquier intento de ver el Testigo o de conocerlo como objeto no es más que aferrarse, buscar e identificarse con el tiempo. El Testigo no está fuera de aquí en la corriente, sino en la espaciosa sensación de libertad de la que todo emana. Usted no puede aferrarse a ello y decir ¡Ajá, ya lo veo! porque no es nada que pueda ser visto sino que, por el contrario, es el Vidente. Cuando usted descansa en el Testigo lo único que experimenta es una amplia Vacuidad, una vasta Libertad, la expansión, la apertura o el claro transparente del que emergen los pequeños sujetos y objetos que pueden ser vistos. Pero el Testigo, en cambio, no puede ser visto, el Testigo es la liberación última de todo aquello, una Libertad que no se halla atrapada en las confusiones, los miedos, los deseos o las expectativas.

Nosotros tendemos a identificarnos con estos pequeños sujetos y objetos individuales ¡y ése es precisamente el problema! Nosostros iddentificamos a Quien Ve con la menudencias pueden ser vistas y ése es el origen mismo de la esclavitud y la falta de libertad. Nosotros somos realmente una vasta sensación de Libertad pero nos identificamos con objetos y sujetos cautivos y limitados que pueden ser vistos, que sufren y que son ajenos a lo que somos.

Ken Wilber en Breve historia de todas las cosas

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