Holoarquía de los niveles de evolución de la conciencia



En cualquier época que consideremos existen ciertas personas que están por encima del promedio y otras que se hallan por debajo. El cuadrante inferior izquierdo se refiere simplemente al nivel promedio alcanzado en ese momento histórico.

Cada sociedad dispone de un determinado centro de gravedad, podríamos decir, en torno al cual gravitan la ética, las normas, las reglas y las instituciones básicas propias de esa cultura, un centro de gravedad que proporciona la cohesión cultural y la integración social características de esa sociedad concreta.

Ese centro de gravedad cultural actúa como una especie de imán sobre el desarrollo individual, de manera que si usted se halla por debajo del nivel promedio, el centro de gravedad tenderá a impulsarle hacia arriba, mientras que si, por el contrario, intenta elevarse por encima de él, tenderá a dificultar el ascenso. Tanto si se halla por debajo como si se halla por encima del promedio-, usted será un «marginado».

Los nueve niveles, o círculos, constitutivos de las estructuras básicas de la conciencia incluyen: sensaciones y percepciones (sensorio-físico), impulsos e imágenes (fantásmicoemocional), símbolos y conceptos (mente-rep, abreviatura de mente representacional), reglas concretas (mente regla/rol o mente «conop», abreviatura de mente operacional concreta), mente reflexivo-formal («formop»), visión-lógica (integradora) y luego los estadios superiores o transpersonales (psíquico, sutil y causal).

La metáfora de la escalera sirve para representar que los distintos componentes fundamentales de la conciencia emergen en estadios discretos y que, si usted destruye un peldaño inferior, todos los peldaños que se encuentran por encima de él se verán también dañados.

El yo, el escalador, posee determinadas características y capacidades concretas que son ajenas a la escalera.

La escalera carece fundamentalmente de yo, puesto que ninguno de sus peldaños posee una sensación de identidad inherente, pero el yo se apropia de esos peldaños, se identifica con ellosy genera, de ese modo, diferentes sensaciones de identidad, diferentes estadios del desarrollo del yo, hasta que finalmente -en un verdadero salto al vacío - deja completamente de lado la escalera...

En Psicología Integral he denominado a estos rasgos característicos del yo como identificación, organización, voluntad o atención, defensa, metabolismo y navegación. La «navegación», por ejemplo, se refiere a los cuatro impulsos característicos de todos los holones -incluido el holón del yo-: la individualidad, la comunión, la autotrascendencia y la autodisolución (regresión), cuatro alternativas entre las que puede elegir el yo en cada uno de los escalones del proceso de crecimiento y desarrollo.

Si algo va mal en cualquiera de los estadios del proceso de desarrollo evolutivo, ciertos aspectos del yo pueden verse dañados o «rechazados» (un «rechazo» al que se denomina represión, disociación o alienación). Y, en cada uno de los estadios, el yo puede experimentar un trauma que provoque una patología característica del estadio en el que tuvo lugar la lesión.

Estas estructuras básicas no sólo están en proceso de evolución y desarrollo sino que el yo debe negociar con ellas, debe ascender realmente cada uno de los escalones evolutivos de la expansión de la conciencia y que, en cualquiera de esos pasos, puede dar un traspiés y quedar malherido.

Un fulcro simplemente describe el importante proceso de diferenciación e integración que tiene lugar durante el crecimiento y el desarrollo del ser humano. Es una bifurcación que aparece en el camino evolutivo del yo y la forma en que el individuo lo gestione determinará su futuro.

La estructura propia de cada fulcro es trifásica. En la primera fase, el yo evoluciona, se desarrolla y asciende al nuevo nivel de conciencia y se identifica con él, es «uno» con ese nuevo nivel. En la segunda comienza a ir más allá de ese nivel, a diferenciarse de él, a desidentificarse de él y a trascenderlo. Y en la tercera, por último, se identifica con el nuevo nivel superior v termina asentándose en él. De este modo, el nuevo peldaño descansa sobre los anteriores, todos los fulcros tienen la misma estructura 1-2-3 (identificación, desidentificación e integración, fusión, diferenciación e integración, o inmersión, trascendencia e inclusión).

Y en el caso de que haya problemas en cualquiera de las tres fases de este proceso en alguno de los peldaños, usted se romperá una pierna o algo por el estilo y el tejido cicatrizal de esa herida llevará la impronta de la visión del mundo propia del momento en que tuvo lugar el trauma. Y, hablando en términos generales, cuanto más bajo es el escalón más grave la patología.

Cada uno de los peldaños del proceso de desarrollo evolutivo nos brinda una visión diferente del mundo (una visión diferente sobre uno mismo y sobre los demás). En cada uno de los peldaños del proceso evolutivo el mundo parece diferente porque ¡es, en realidad, diferente!

Cada uno de los peldaños nos proporciona un tipo diferente de sensación de identidad, un tipo diferente de necesidades del yo y un tipo diferente de actitud moral, aspectos distintivos, todos ellos, de los distintos mundos a los que se accede desde cada uno de los peldaños o dimensiones de la conciencia.

El yo propio de un determinado nivel tenderá a dar un 50% de sus respuestas desde ese nivel, otro 25% desde el nivel superior y el 25% restante desde el nivel inferior. Ningún yo, por decirlo de otro modo, se encuentra sencillamente ubicado «en un solo estadio». Además, existen todo tipo de regresiones, espirales, saltos provisionales hacia adelante, experiencias cumbre,etcétera.

Los estadios inferiores y más tempranos del desarrollo moral son egocéntricos, narcisistas y exclusivamente centrados en uno mismo, son estadios fundamentalmente impulsivos y hedonistas, los llamados estadios preconvencionales de Kohlberg. Los estadios intermedios, por su parte, son llamados convencionales porque, como ya hemos visto, tienden a ser muy conformistas (¡mi país, esté acertado o equivocado!). Los estadios superiores, por último son llamados postconvencionales (o espirituales) porque comienzan a trascender las actitudes convencionales o conformistas y se centran en el pluralismo universal y en los derechos del individuo.

Una persona pueden tener una experiencia espiritual -una experiencia cumbre- casi en cualquiera de los estadios de su proceso de desarrollo.

Los estadios del desarrollo realmente espirituales o transpersonales (el estadio 7 de Kohlberg y los estadios superiores) exigen del desarrollo previo de los estadios 6, 5, 4, 3, etcétera, cada uno de los cuales proporciona algo absolutamente esencial para que el estadio 7 pueda llegar a manifestarse. Y aunque una persona pueda tener una experiencia cumbre de una dimensión superior, su yo debe todavía crecer y desarrollarse lo suficiente como para poder asentarse de manera permanente en esas dimensiones superiores más profundas.

Citando a Aurobindo: «La evolución espiritual obedece la lógica del desarrollo sucesivo; sólo puede tener lugar un nuevo paso decisivo cuando los anteriores han sido debidamente conquistados. Y aun en el caso de que ciertos estadios menores puedan ser obviados por un ascenso brusco y rápido, la conciencia deberá volver atrás para asegurarse de que el sustrato omitido termina integrándose en la nueva condición; una mayor velocidad [de desarrollo, algo ciertamente posible] no elimina la existencia de los pasos mismos ni la necesidad de su superación sucesiva».

La mayor parte de los estados no egoicos constituyen una auténtica pesadilla preegoica, prerracional y prepersonal y que muchas de las teorías que apuestan por el no ego confunden el preego con el. transego, cayendo, en tal caso, en la falacia pre/trans y no alentando, pues, la trascendencia sino la regresión.

Esta visión ingenua que concibe a la transformación como un proceso de «un-solo-paso» está atada a una visión chata del mundo según la cual la «conciencia cósmica» supone el paso del molesto ego newtoniano al yo que propone la nueva física, a un yo sistémico que es uno con Gaia.

Pero las cosas, ciertamente, no son tan sencillas. No se pasa de bellota a bosque en un simple salto cuántico. Como evidencian los datos empíricos, fenomenológicos, interpretativos, contemplativos e interculturales, todo desarrollo -incluido el desarrollo humano- atraviesa una serie de estadios. Para llegar a ser uno con el bosque, en suma, es necesario haber pasado ya de bellota a roble.

La escalera puede extenderse más allá de la voluntad del yo de ascender por ella, es decir, que el desarrollo cognitivo constituye una condición necesaria, pero no suficiente, para el desarrollo moral.

Una cosa es vislumbrar una estructura superior y otra, completamente diferente, establecerse en ella!

Una persona puede acceder fugazmente a un peldaño muy elevado de la escalera, o del círculo, de la conciencia y negarse, sin embargo, a vivir desde ese nivel, en cuyo caso, su centro de gravedad permanecerá atado a los niveles inferiores.

Para vivir de acuerdo a las experiencias espirituales es necesario comprometerse con un camino de desarrollo que permita la expansión holoárquica hasta que el sujeto realmente se asiente en las dimensiones expandidas de la conciencia.

La existencia de una conciencia holoárquica implica que los estadios superiores pueden ser boicoteados por la represión de los estadios inferiores, es decir, por las guerras civiles internas. Si el yo reprime o disocia ciertos aspectos de sí mismo, dispondrá de menos potencial para la evolución y el desarrollo posterior, lo cual, más pronto o más tarde, abocará a un estancamiento del desarrollo. Estos pequeños yoes disociados -estos pequeños sujetos ocultos que permanecen aferrados a visiones inferiores del mundo- consumen una parte de su energía. Pero no sólo son ellos quienes consumen su energía sino que sus defensas contra ellos también consumen energía. Es necesario integrar a Freud con el Buda, integrar la «psicología profunda» inferior con «la psicología superior». Si usted no hace las paces con Freud será muy difícil que alcance al Buda.

La psicología «profunda» puede permitirnos recuperar los holones inferiores y reincorporarlos a la conciencia, liberándolos de su fijación y disociación y reintegrarlos así al proceso continuo de evolución de la conciencia.

Por último, cuando usted se desembarace de la escalera, caerá en la Vacuidad. Dentro y fuera, sujeto y objeto, pierden entonces todo su significado. Usted ya no estará «aquí» observando un mundo que se halle «ahí»; usted ya no estará contemplando el Kosmos sino que se habrá convertido en el Kosmos. En tal caso, el universo de Un Solo Sabor se muestra a sí mismo brillante y evidente, radiante y claro, sin exterior y sin interior, en un gesto interminable de gran perfección y espontaneidad. Entonces la chispa divina resplandecerá en cada visión y en cada sonido. Eso es usted. El sol ya no brillará sobre su cabeza sino dentro de ella y las galaxias aparecerán y se desvanecerán en el interior de su corazón. El tiempo y el espacio danzarán como imágenes deslumbrantes ante la presencia de la radiante Vacuidad y el universo entero perderá todo su peso. Usted podrá beberse la Vía Láctea de un trago, sostener a Gaia en la palma de la mano y bendecirla. Y todo eso resultará tan cotidiano que ni siquiera pensará en ello.

Ken Wilber en Breve historia de todas las cosas

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