La inexpresable no dualidad o la enseñanza suprema




1.-
Por una práctica asidua,
aquello que se ha desplegado ampliamente se reabsorbe,

aquello que está dotado de forma y cualidades

con el vasto Vacío se ha íntimamente fundido,

incluso el Vacío ha desaparecido,
sólo queda entonces lo Inefable.

Tal es, oh Brahmin, la Verdad a obtener.


2.-
La palabra, el pensamiento, lo inmanente, lo transcendente, nada son en ese lugar.
El silencio, los mudra para nada dan acceso a Eso.

Ni siquiera la Consciencia y la Energía ahí están.

Si algo queda ahí, entonces, he ahí la Verdad

que conocer y realizar.


3.- No hay ni Tú ni yo, ni contemplado ni contemplación,
solamente, Aquél que todo ha creado, y en el olvido se ha perdido.

Si los ciegos ahí no ven nada profundo,

los sabios, que lo supremo han reconocido,
en Él se han fundido.

Lalleshvari, o Lalla, genio de la poesía mística del siglo catorce, pertenece a la tradición del Shivaismo tántrico de Cachemira. Considerada por sus coetáneos como un Siddha, un maestro realizado, su reputación sobrepasó ampliamente los círculos tántricos. Su contemporáneo, el poeta sufí Cheikh Nuruddin Vali, la consideró como un avatar, una encarnación divina, y los Sikhs, los budistas y los musulmanes, cantan aún hoy en día sus poemas ardientes.
¿Qué contienen estos versos desgranados por la yogini errante, al borde de los caminos? Nunca evocan las condiciones de vida difíciles que ella tuvo que vivir. No se paran en consejos de sentido común o de moral corriente, como tantos otros poemas de la época. No dispensan una enseñanza filosófica argumentada. Tampoco constituyen el desahogo de un misticismo sentimental confuso. Nos cuentan, en un estilo denso, la vía mística verdadera, lo cual es otro asunto. Testimonian una experiencia interior de una alta intensidad, rica, completada, dominada; la realización misma que los Tratados presentan como objetivo último. Los dichos de Lalla brotan de esa maravillosa realización íntima que impregna toda la existencia y transfigura el mundo. Auténtico grito del corazón, se corresponden tanto a la necesidad de testimoniar una experiencia excepcional, como al deseo de ayudar a aquellos que se entregan a la misma búsqueda, o que querrían hacerlo, o que creen hacerlo y se confunden de camino. Los versos animan al discípulo ardiente o perplejo, interpelan al erudito cerebral o al asceta prisionero de los ritos, y a menudo resuelven ellos mismos tal o cual problema. Algunos ofrecen un concentrado impresionante del conjunto del camino. A veces Lalla se dirige a si misma.... ¡y eso es también una lección para los demás!.
Lalla, canta a través de estos poemas el retorno a la libertad del Ser, trascendiendo por lo alto toda noción de casta, prohibición, ritual y dogmatismo religioso o filosófico.
Que se nos permita la expresión "trascender por lo alto", redundancia, ya que la trascendencia siempre es por lo alto, lo demás es solo adolescente rebeldía, ignorancia, ingenuidad o falta de orientación. Pero no está de más insistir en el tema acostumbrados como estamos hoy en día a tanto fácil iconoclasmo, a tantos que dicen haber trascendido las formas y ni siquiera, en su desorientación, han comenzado a olfatear los primeros perfumes de la enseñanza, de la doctrina, del símbolo, del rito o de la plegaria. Signo de los tiempos en los que se pretende, con la facilidad propia de nuestra sociedad "fácil", alcanzar los últimos peldaños sin haber trascendido (atravesado), por comprensión, por clara visión y con amor, los primeros. Aunque, desde la visión de la otra orilla, no existan tales peldaños: si un sueño son los peldaños, un sueño será también la travesía. En palabras de Titus Burckhardt: "Las formas no se superan rechazándolas de antemano, sino integrándolas en sus esencias supraformales".

Fuente: Kali Yuga

1 comentario:

Mercedes Thepinkant dijo...

Extraordinarios los versos y muy acertado el comentario.
Un saludo.