
Poema escrito hace unos años pero que también resuena en mi proceso actual
¡Qué ira y qué coraje admitir la vital ignorancia,
enfrentarse al tiempo perdido en búsqueda de Verdad,
aposentar el ímpetu de joven y ceder a la constancia
que sabes que conduce adonde has de llegar!
Tras la ira, el dolor y la tristeza
acuden puntuales a la cita
hasta que llega la lúcida conciencia
del inherente equilibrio de la Vida.
Y se halla el justo medio delicado
de la balanza interna emoción-razón,
se vuelve a ser niño inmaculado
con la responsabilidad del valor.
Se descubre que la vida es un camino
cuya senda, en verdad, es larga y lenta,
que el secreto es el presente y vivirlo
y albergarlo en esencia y como meta.
Reconoces al amor como instrumento
y a lo sabio de tu mente como alma
abriendo tu corazón al universo
y acogiendo lo profundo de la calma.
Y concluyes que el pasado te ha formado,
que el futuro es el fruto del Instante
y recuerdas que, en el mundo, eres hermano
de la fluida y global evolución constante.
¡Qué gloria y gozo enormes re-conocer lo que se sabía,
comprometerse a fondo con uno y con la humanidad
para abandonar el ego y crecer en armonía
desde el Ser que cada uno vive en propia soledad!
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