Escritura automática

Siempre creí que me entregaba, que permitía que fluyera el río de la vida que a todos nos acoge, nos baña y nos inmersa... pero no, no me he entregado casi nunca, no he dado permiso a mi Ser a ser la vulnerabilidad que es, la pena que es, lo negro que es -eso que también soy yo-.
Yo delante de mí en el espejo sin reconocer a esa extraña que se coloca enfrente y me mira y me hace carantoñas y parece que es feliz pero yo sé que no.
Que no se quiere, que se odia, que cree no amar a nadie o no ama a nadie en realidad.
Que no sabe cómo establecer un verdadero vínculo con el otro, con el más cercano, al que llama el gran amor de su vida, aquél a quien no enseña lo que sabe porque no cree en la validez de sus propios argumentos.
Aquella que se ríe, loca, desaforada, intensa, excesiva, violenta y descarnada al otro lado del espejo, en lo más profundo de mis ojos.
Y se esconde y sale y me atrapa el corazón y lo atenaza en un reducido espacio donde no es posible la expresión del Amor.
Aquella que hoy sostengo de la mano, acuno y silencio, arrobo y arropo, mezco y libero.
Escucho su llanto, su profundo llanto de niña no querida, de personita no amada, de no colmada, no satisfecha por su deseo imposible, incontenible, incondicional, inconmensurable de amor.
Y hoy soy yo su madre -ella que es mi sombra; ella, mi hija; ella, mi creación- y le hago saber que yo voy a cuidarla, a protegerla, a darle luz, a sacarla a pasear en forma de letra para que no tenga que salir cuando menos la espero y cuando más duele en la vida de mi otra, de mi yo social, la que se desenvuelve por el cotidiano....

Reflexión tras la escritura automática:
¿Quiénes somos en verdad? ¿Qué somos?
¿Qué designio, qué perfección, qué historia, qué anhelo?
Cuán poco nos conocemos y cuán poco podemos conocer a los demás. Ya lo dice Pánnikar y la etimología: co-nocimiento: el nacimiento conjunto de mi Ser con la Otredad, la identificación absoluta de su Ser y el mío, libres de culpa, de sombra negativa y ego manipulador.
Nosotros, hijos del Omnisciente, hijos de la Luz, hijos de Dioses, hechos a su imagen y semejanza -no Ellos a la de nosotros.
Nos
otros, destrozados, heridos, acuchillados, amordazados, sangrantes, sin fe, sin sangre, sin amor, sin esperanza. Inertes, vacíos. Nada.
Destruyéndonos para morir. Destruyéndonos para nacer.
Destruyéndonos para purificar y ser Quién Somos en Realidad más allá de la autodestrucción.

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