Sogyal Rimpoché II y otros

Uy, uy, uy... ¡cuántos días sin actualizar! ¿Qué pensaréis de mí, amados lectores -si es que existís? Aquí estoy de nuevo , pues, dispuesta a explicaros mis últimas vivencias.
Como sabéis el domingo, continuó el curso de Sogyal Rimpoché. David me llevó a Barcelona y a las 10 ya me esperaba María (Sadhana) en la zona de cojines. Esta vez fuimos con nuestro propio zafu para sentarnos en el suelo y sobre él y meditar más cómodas que en la silla. Vimos vídeos, escuchamos a Sogyal y meditamos juntos. Fantástico. Os incluyo un equema de las enseñanzas (tal vez los no versados en meditación o budismo les resulte raro, me ofrezco a resolver, dentro de mis limitaciones, posibles dudas).

Fórmula sencilla para conocer la verdadera naturaleza de la mente (casi ná!)

1. Crear un entorno adecuado

  • Exterior: altar/espacio/imágenes
  • Interior: motivación de la bodhichitta/invocación

2. Sesiones formales

  • 3 nobles principios
    • Bien al principio: motivación bodhichitta
    • Bien al medio: realizar la naturaleza de la mente
    • Bien al final: dedicatoria
  • 3 puntos cruciales
    • Cuerpo (quieto)
    • Habla/palabra (silencio)
    • Mente (paz)
      • Motivación bodhichitta
      • Meditación
      • Guru yoga
        • Invocación
        • Oración

3. Integración

Se habló de mucho más y se profundizó. Pero, bueno, ahí queda eso. En el descanso del mediodía, María y yo comimos en Govinda y en los descansos, igual que el sábado, continuamos visistando el Starbucks. Os dejo una oración de San Francisco de Asís, que recitó Sogyal (estudió religiones comparadas) y que transmite la idea de compasión y la motivación de la bodhichitta.

Señor, hazme instrumento de tu paz.
Donde haya odio, que yo siembre amor;
donde haya ofensa, perdón;
donde haya discordia, unión;
donde haya duda, fe;
donde haya desesperación, esperanza;
donde haya tinieblas, luz;
donde haya tristeza, gozo.
Concédeme que no busque ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, sino amar.
Porque dando es como recibimos;
perdonando es como somos perdonados;
y muriendo es como nacemos a la vida eterna.

Esta semana he trabajado, dado clases, visto un par de pelis (una malísima, ya lo esperaba pero me apetecía verla: Superman returns y otra preciosa Descubriendo Nunca Jamás) y me he convertido en vendedora de ropa hindú. A saber, existe un centro donde trabajo, una de cuyas integrantes está en la zona del Rajastán hindú confeccionando ropa. Desde ellí la envía al centro y desde el centro la vendemos. Todo 100% algodón, preciosa, colorida, muy viva, comodísima, con un punto hippie y desenfadado, muy veraniega. Una porcentaje de las ventas se dedica a una ong que recoge animales abandonados en aquel lugar (donde por cierto, si no eres una vaca se tratan muy mal). A lo larde estos días colgaré fotos para que la veais y comprobéis lo linda que es.

Bueno, lo que queda de semana, cena con hermanos (Iván marcha la semana que viene) y seminario de meditación con el maestro Dhiravamsa en Mascarbó.

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