Interioridad y purificación



23.-
Mata a los demonios asesinos: pasión, cólera y deseo.
Si no con sus flechas te matarán.
Ponte en guardia y, gracias al discernimiento del Ser,
dales tu paz por todo alimento.
Descubre entonces que débil es su poder.

24.-
El acto justo, oh desorientado, no consiste en ayunar
ni en hacer una comida ritual tras el ayuno.
El acto justo, oh desorientado, no consiste en dar comodidad
ni cultivo y mimo al cuerpo.
Lo que se te enseña, en verdad,
es a discernir la Esencia connatural.

25.-
Así pudiera dispersar las nubes del Sur,
pudiera vaciar el mar o curar al enfermo desahuciado,
que no sabría como convencer al desviado.

26.-
Has curtido la piel (has venido al mundo)
y la has tensado y sujetado (te has instalado en el deseo)
para tu particular provecho.
¿Qué has sembrado ahí, para obtener una buena cosecha?
¡Oh desorientado! darte a ti una enseñanza
es como disparar contra un muro
¡una pérdida de tiempo!

27.-
No hagas a tu cuerpo sufrir,
con hambre y sed.
Aliméntalo cuando lo necesite.
Abandona tus ayunos y ritos.
Actúa bien:
ésa es para ti la justa acción.

28.-
Complaciendo los apetitos,
no llegarás a ningún sitio.
Pero la privación y el ayuno,
te harán pretencioso.
Mantén una igualada mesura
y obtendrás la igualdad.
Para el que se nutre de igualdad, las puertas están abiertas.
Cuando el igual, se une a su igual,
¿cómo podría haber la menor diferencia?
El "Yo Soy" realizarás, entonces.

29.-
Buena comida y adorno, no apaciguan el alma,
pero los que las falsas esperanzas han quitado
a las cimas han ido.
Habiendo aprendido de las escrituras
a temer a la muerte y a la duda,
al deseo usurero nada han prestado.
Dichosos, entonces, largo tiempo han vivido.

30.-
El nombre y la fama:
¡como echar agua en una cesta!
Pero si con su mano un héroe puede coger el viento
(dominar la tormenta interior)
o, con un cabello, atar a un elefante,
(el elefante de los deseos)
Entonces, ¡ése es el verdadero triunfo!

31-32.-
Oh, tú que tienes un cuerpo;
tú no piensas más que en ese cuerpo.
Oh, tú que tienes un cuerpo;
tú no te ocupas más que de adornarlo.
No haces más que colmarlo de placeres.
Pero de ese cuerpo
apenas un puñado de cenizas quedará.

Lleva la búsqueda en ese cuerpo con pasión,
en ese cuerpo que un vehículo de la Esencia es.
Una vez desaparecidos el deseo y la ilusión,
un halo de gloria va a surgir,
en ese cuerpo mismo.
La belleza, ahí, aparecerá.

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