Pureza primordial. Espontaneidad.


Las distintas prácticas meditativas generan diferentes estados y experiencias, pero la Presencia Pura es inmutable. Por ello, la formulación más elevada del dzogchen es "Budeidad sin meditación", es decir, la no creación, sino el reconocimiento directo de una Pureza primordial perfectamente presente y libremente otorgada, del Vacío puro de éste y de todos los estados, abrazando por igual toda forma, abrazando por igual el yo, el no-yo y cualquier otra cosa que aparezca.

Pero en ningún caso el Vacío primordial es un estado particular que podemos oponer a otro cualquiera, un concepto particular frente a otro o una visión particular frente a otra diferente, sino la Presencia pura en la que emergen todas las formas. Ciertamente es un no-yo en tanto que opuesto a un yo, sino la apertura en la que, ahora mismo, emerge cualquier manifestación en tu conciencia, permanece durante un tiempo y acaba desapareciendo, una apertura inmutable que nunca se ve mancillada por la corriente del tiempo, porque conoce cada cosa con Presencia perfecta, Pureza primordial, Compasión apasionada y Abrazo completo.

No hay modo alguno de acceder a esta Presencia inmutable porque de ella no se puede entrar ni salir. Los budas nunca entraron en este estado y los sujetos ordinarios nunca han salido de él (los budas no entraron el él porque, en realidad, no han salido nunca de él). De hecho, no es ningún tipo de experiencia (no es una experiencia de estados momentáneos, no es una experiencia del yo,
no es una experiencia del no-yo, no es una experiencia de relajación, no es una experiencia de entrega, sinola apertura Vacía en la que todas estas experiencias vienen y van, una apertura que, donde no está ya perfectamente Presente, ni siquiera puede aparecer ninguna experiencia).

Esta Presencia pura no es un cambio de estado , un estado alterado, un estado diferente, un estado de paz, calma o éxtasis (o ira, miedo o envidia), sino la simple conciencia presente, pura e inmediata en la que todos éstos vienen y van, la apertura en la que surgen, permanecen y acaban desvaneciéndose,
surgen, permanecen y acaban desvaneciéndose...

Sin embargo, hay algo que no surge, permanece ni se desvanece: la apertura simple, la conciencia inmediata, el simple sentimiento de Ser del que todos los estados y experiencias particulares son meras olas, arrugas, gestos, torsiones: las nubes surcan el cielo... y tú eres el cielo. No es que estés detrás de tus ojos contemplando el discurrir de las nubes, sino que eres el cielo en el que flotan las nubes, de forma indefinida, incesante, espontánea, libre, sin obstrucción, sin barreras y sin contracciones: no hay partes móviles en la propia naturaleza verdadera, nada que pueda romperse. En primavera llueve y en invierno nieva. Esta apertura vacía es algo muy curioso...

Uno no se convierte en esta apertura, del mismo modo en el que uno no se convierte en el cielo. No es que siempre seas el cielo, ni que ya lo eres: sino que siempre ya eres el cielo: siempre estás ya espontáneamente realizado, ésa es la causa por la que las nubes puedan ir y venir. ¡Qué hermosos son los destellos que la luz del sol arranca de la superficie del agua! ¡Qué maravilloso que los pájaros canten ya en el bosque! El océano ya moja la orilla, humedeciendo los cantos y las conchas. ¿Qué es lo que no está ya realizado? ¿Escuchas el tañido distante de la campana? ¿Quién no está ya iluminado?

Pero, ¿cuál es el mejor modo de referirnos a la Vacuidad ya presente? ¿Con qué palabras podría el pez referirse al agua? ¿Cómo podrías tú señalarle el agua a un pez, si está empapado en ella, si nunca se separa de ella y está siempre por completo sumido en ella? ¿Cómo podríamos mostrársela? ¿Acaso echándole agua en el rostro? ¿Y que scedería si su Rostro Original fuese ya agua?

Ken Wilber
, etapa 4, Sexo, ecología y espiritualidad

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