Agnes Baker, líder espiritual y guardiana de la Ceremonia Sagrada del Salmón

"El poder reside en caminar las propias palabras"

Nací en Oregón. Enviudé dos veces y me he casado tres. Tuve 6 hijos, perdí al mayor y al más joven. Tengo 18 nietos, 27 bisnietos y una tataranieta. Con más de 50 años me gradué en Psicología y en Estudios sobre Pueblos Indígenas Americanos y soy profesora en la universidad

IMA SANCHÍS

Dicen que sus rituales han multiplicado el número de salmones.

Sí, son datos objetivos. La Ceremonia Sagrada del Salmón permaneció olvidada durante más de 150 años, desde que los buscadores de oro llegaron a los ríos del sudoeste de Oregón, masacraron a mi pueblo, acabaron con una cultura milenaria y contaminaron las aguas.

¿Y qué hace usted para remediarlo?

Agradecer al pueblo salmón su sacrificio para alimentar a la humanidad. Verá, después de un largo viaje corriente arriba, la hembra del salmón llega exhausta al lugar en el que nació y deposita sus huevos, luego se deja arrastrar por las aguas y comienza a morir.

Eso es entrega...

Con su cuerpo alimenta a 33 clases de pájaros y otros 44 tipos de animales que beben del río y se llevan sus minerales para depositarlos en la tierra.

Sus ancestros, los indios siletz, vivieron durante miles de años junto al río Rogue.

Cuenta la leyenda que los salmones eran seres como nosotros, de dos piernas, que vivían en una preciosa ciudad bajo el agua del mar. Su espíritu, el espíritu del pueblo salmón, decidió volver todas las primaveras y todos los otoños, y tomar la forma del salmón para alimentarnos.

¿Y su ceremonia los multiplica?

Así es, y gracias a ella los habitantes de los pueblos de la región están cada vez más conectados a la tierra. Reconocer es ver, se trata de la ley de la reciprocidad, todo está interconectado. Los rituales crean la energía de la reciprocidad a través de la cual la Creadora puede actuar.

¿Usted es su instrumento?

Las abuelas somos la voz de los que no tienen voz, porque el aire no tiene voz, el agua y sus habitantes no tienen voz, el verde del rostro de nuestra Madre Tierra no tiene voz; no lo tiene el reino animal. No lo tienen los animales de cuatro patas, ni tampoco los de una sola pata (los árboles), ni los que se arrastran por el suelo. ¿Y sabe qué?

...

Hay mundos invisibles tan reales como este.

¿Cómo lo sabe?

Mi bisabuela fue una chamana muy poderosa, como lo fueron mi abuela y mi madre. Desde niña me educaron para ser una mujer medicina y ya entonces mi bisabuela me dijo que cuando yo fuera abuela formaría parte de un consejo de ancianas sabias que recorrerían el mundo para explicar sus secretos y devolver a la gente la conexión con el espíritu. Pero yo siempre me resistí al camino espiritual hasta que caí enferma.

¿Qué le ocurrió?

Cáncer, me quitaron un pecho y parte del intestino, meses de quimio y radioterapia. El sufrimiento era tan grande que rogué morir, pero la Creadora fue insistente y acabé aceptando mi camino. Entonces el sentido de la vista se me agudizó y comencé a poder ver físicamente con los ojos cerrados.

Se matriculó en la universidad con 50 años: ¿para qué, teniendo ese poder?

Quería entender también mediante la razón quién era y de dónde venía. Recuerdo que miré en mi armario y sólo vi ropa masculina. Yo conducía camiones. Compré volantes y collares.

¿Por qué hizo eso?

Entendí que la mitad de mi ser estaba ausente, debía recuperar la sabiduría femenina para estar en equilibrio, para ser uno con todo. Está en mis manos mantener el templo limpio.

Tener la mente y la intención inmaculadas es casi una utopía.

Sírvase del silencio y la fe en la vida, porque dentro de cada uno de nosotros vive el espíritu que no se ve pero se siente, es como un aliento. Debemos volver a nuestro espíritu interno, que es el espíritu de todas las cosas, un mundo al que se accede también a través de la naturaleza. Así obtuve la fuerza para recorrer el camino.

Usted es psicóloga, ¿fue la idea de ella o fue la Creadora quien la visitó?

La vi como la veo a usted ahora, y puso amor en mi corazón para gente que yo ni siquiera conozco.

Eso es amor mayúsculo.

Quiero ayudar a las mujeres para que se levanten y tomen su poder, quiero detener el abuso a los niños y a las madres, primeras víctimas de los conflictos. Quiero que la gente ame a sus abuelos porque son los guardianes de la sabiduría. Quiero que cada ser esté orgulloso de sí.

Se cumplió la profecía de su bisabuela. Sí, al ser la mayor fui convocada para ser la presidenta del Consejo Internacional de las Trece Abuelas Indígenas. Sumamos 846 años de sabiduría, somos mujeres muy poderosas, caminamos nuestras propias palabras y eso en sí mismo ya es muy poderoso.

Sea mi abuela.

Lo soy, vamos a sembrar de amor el mundo. Las mujeres jóvenes son aprendices de ancianas y el gran aprendizaje es respetarse a uno mismo. Cuidad vuestros cuerpos, sed verdaderas, caminad vuestras palabras, aprended a estar contentas, a reíros, tened un buen espíritu.

¿Camina por el centro de tu camino?

Eso es. Hace poco estuve con el Dalai Lama y también con el Papa...

¿Y?

Es cómo os cuidáis los unos a los otros lo que os llevará a cualquier cielo.


Un repentino viento

Las trece abuelas indígenas recorren el mundo porque según las profecías de las distintas tribus ha llegado el momento de un salto evolutivo, de la alianza entre todos los pueblos de la Tierra por el bien de la vida. Están dispuestas a compartir sus secretos y gracias a la asociación de mujeres Arboleda de Gaia encendieron su fuego en España. Cuenta Carol Schaefer en La voz de las trece abuelas que cuando Agnes Baker anduvo en círculo alrededor del primero de los fuegos, en la tierra de los iroqueses, se levantó un repentino viento en torno a las abuelas, pero ni una sola hoja de los árboles que había alrededor se movió. "Las abuelas del otro lado han llegado -dijo Agnes- y nos dan su bendición".

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