Danza


Bailo, danzo, río, sueño... La música me transporta, me aleja. Me sumerge en su atmósfera cálida, en su agonía también.

El universo se despliega en mis adentros: la música excita hasta la última célula de mi ser y danzo, bailo, salto, poseída por el espíritu ancestral, atávica. Soy la primera mujer y la última, la que percusiona la Tierra. La que mueve sus caderas y se convierte en diosa, fértil y estéril a la vez, dadora de vida. Tintineante. Risueña y pícara, colorida.

El retumbar de los pies, grave, rítmico, asciende por la cadera, se apodera de los riñones y la sangre fluye. Asciende por el tronco y recorre con un escalofrío de placer la nuca. Se instala en la hipófisis y ya no se piensa, sólo SE ES.

La energía, extendida por los brazos, se transforma en aladas mariposas de sueño y sensibilidad.


El cuerpo, desde las plantas de los pies hasta la corona de la cabeza, se sacude en un éxtasis glorioso, que mana de mis adentros y se expande y reverbera en constante renacimiento.

Y todo se comprende y entonces todo se sabe.

La música agita tu interior, zarandea tu pelvis, revuelve tu centro para darte rienda suelta, para que cabalgues, diosa y madre, hombre y mujer.

Vida, siemprevida. Siempreviva.

Eterno el amor y la gloria y los hijos y la sangre.

Danzad y celebrad la Vida!!!

No hay comentarios: