Aquellas pequeñas cosas...

Ahora que no estás valoro lo realmente importante: aquellas sencillas y pequeñas cosas que dan sentido a la vida, el silencio compartido, la simple compañía, el saber que estás ahí, sin más, valiosamente cotidiano y próximo, a mi lado, acompañándome sabia y respetuosamente en el viaje de la existencia. Evoco aquellas pequeñas cosas que compartimos: la rutina, el periódico, el trajín diario, los secretos de los dos, las idas y venidas cotidianas, los gustos compartidos y el respeto por los únicos, las comidas de homenaje (limpiando la cocina, he encontrado restos de la parrillada de pescado y me ha parecido hermosamente conmovedor)...
Y ya ves, sólo hace unas horas que te has ido, pero el saber que esta noche y sucesivas no dormirás conmigo me hace darme cuenta de cuánto te amo y de cómo has entrado a formar inevitablemente parte de mi vida para siempre, de forma inexorable (son muchas vidas juntos, muchos eones recorridos, reconocimiento tras reconocimiento).

Y tu amor callado y simple, leal y sincero, puro y noble, masculino, de la tierra, de la vida, de lo profundo del silencio solo, me lo confirma en tu mirada, en tus gestos, en tus acciones.

Vivo feliz estos dias en tu ausencia y siento en paz cuánto te amo.

Te deseo que disfrutes mucho, que experimentes, que vueles y seas libre, que te alimentes y goces de tus sueños y te pido que reserves un espacio de cada día para celebrar nuestro amor.

Te amo, mi hombre...

1 comentario:

Luciano Gil dijo...

Amor con alas, para volar bien alto, que el vuelo de cada uno no es solo de uno, sino de los dos, porque ahora son dos y uno a un tiempo, y cuanto mas alto el vuelo mayor el amor... allá abajo queda el suelo, el quiero, el mí... que por su peso no pueden ascender, y en el vuelo, sin llevar nada se tiene todo, nada mas falta, en uno... los dos.
Gracias, Aranzazu, por compartir tan bello sentir con nosotros.
Un beso muy fuerte....