La dulzura

Cada individuo tiene aspectos de su personalidad que desarrollar, de manera que la asunción de esa carencia y la posterior integración en su vida es lo que le permite ser un ente completo y feliz.

En mi caso, desarrollo la ternura, la dulzura, el amor, la vulnerabilidad porque son las esencias de mi ser que no he dejado que salgan a la luz.

No las he dejado salir a la luz porque pensaba que no eran valiosas, que no eran válidas, que me debilitaban, que proyectaban una imagen de mí que no se correspondía con lo que yo deseaba emitir: fortaleza, valor, perseverancia, acción...

Y resulta que no; que, si aúno mi natural fuerte y poderoso a la dulzura, la ternura y la inocencia que poseo y he reprimido, el resultado es un ser completo, alentador, motivador pero desde la apertura del corazón, lo que facilita una comunicación más armónica e impregnadora, con mayor posibilidad real de incidencia e interpenetración, de calado, de suave transmisión en los corazones ajenos (mi corazón, en verdad: siempre enseñándonos a través de los otros, aprendiendo a sentir los espejos, nuestros yoes fuera de nosotros mismos, un solo sustrato manifestado en múltiples seres).

Creo que en una verdad eterna, inmutable y cambiante al mismo tiempo, un poso incólume de vida infinita que se manifiesta de las más diversas maneras, en una palpable unión y conexión interdependiente de cuanto existe. Y está ahí, delante, magnificiente, evidente. Y cuando soy dulce, suave, tierna y amorosa, cuando me convierto en una felina ronroneante, que cuida de sus crías y se divierte con sus compañeros, todo es perfecto, todo converge, todo es armónicamente esférico e integrador. Todo es amorosamente Uno. Y entonces llegan todos los regalos (en realidad llegan siempre pero no lo sabes ver), y entonces Dios –o como tú lo llames- hace que todo funcione orgánica, interdependientemente y seas capaz de percibir la relación subyacente en todo cuanto existe.

¡Qué hermoso es en realidad abrir tu corazón! ¡Qué maravilla poder ser dulce y comprensiva y femenina y suave! ¡Y qué magia tan hermosa (qué lógica, por otro lado) que sea así cuando realmente eres útil y puedes dotarte de un sentido y significarte!


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Dulce Aranzazug,¡qué lindo lo que has escrito! Según lo estaba leyendo sentía que era como una llamada a las mujeres que en esta "conquista " por hacernos un hueco en la sociedad nos olvidamos de cuidarnos,de mimarnos,de cultivar nuestros valores femeninos como la dulzura, la ternura , la empatía...

Un saludito.Mariló

aranzazu dijo...

Preciosa!!! Cómo estás? Me alegro que te haya resonado el escrito. Tienes toda la razón: desde los 70 -y antes- en adelante (necesario por otro lado en aquella coyuntura), las mujeres nos esforzamos en ser hombres sin recordar que lo hermoso es lo que nos hace mujeres y eso es lo que podemos aportar a la humanidad en este momento... esas cualidades antológicamente atribuidas a lo femenino que son en realidad patrimonio del ser humano. Mujeres dulces, suaves y tiernas y también poderosas, firmes y enérgicas (yin y yang) Y hombres igual... Así construiremos un mundo justo. ¡Qué hermoso! Afortunadamente, las cosas van cambiando... ¿Escuchas las trompetas en las murallas de Jericó derribando los muros de la incomprensión y los extremos? Están muy cerca de nosotras, justito e nuestro interior.
Un beso y gracias por estar ahí, leyéndome...