Palabras de G. I. Gurdjieff


Si un hombre sabe cómo ser sincero consigo mismo -no sincero como usualmente se entiende esa palabra, sino despiadadamente sincero- entonces a la pregunta: "¿Qué es usted?" no esperará una contestación reconfortante. Por lo tanto, sin esperar que ustedes se aproximen a experimentar por sí mismos sobre lo que estoy hablando, sugiero que para comprender mejor lo que quiero decir, cada uno de ustedes ahora debería hacerse a sí mismo la pregunta: "¿Qué soy yo?" Estoy seguro que el 95 por ciento de ustedes se quedará perplejo con esta pregunta y contestará con otra: "¿Qué quiere usted decir?".

Y esto probará que un hombre ha vivido durante toda su vida sin hacerse esta pregunta, que ha dado por sentado, axiomáticamente, que él es "algo", hasta algo muy valioso, algo que nunca ha puesto en duda. Al mismo tiempo, es incapaz de explicar a otra persona lo que es este "algo", incapaz de transmitir ni siquiera una idea de ello, ya que él mismo no sabe lo que es. ¿Y no sería que no lo sabe, porque de hecho este "algo" no existe, sino que su existencia es mera presunción? ¿No es extraño que la gente preste tan poca atención a sí misma con referencia al conocimiento de sí? ¿No es extraña la complacencia obtusa con que cierran sus ojos a lo que realmente son y gastan sus vidas en la plácida convicción de que representan algo valioso? Dejan de ver la irritante vacuidad escondida detrás de la fachada demasiado pintada creada por su propio engaño y no se dan cuenta de que su valor es puramente convencional.

En verdad, esto no es siempre así. No toda la gente se ve a sí misma tan superficialmente. Sí, existen las mentes inquisitivas que anhelan la verdad del corazón, la buscan, se esfuerzan por resolver los problemas planteados por la vida, tratan de penetrar en la esencia de las cosas y de los fenómenos, y de penetrar dentro de sí mismos. Si un hombre razona y piensa sanamente, no importa qué camino siga al resolver estos problemas, inevitablemente debe regresar a sí mismo y empezar a solucionar el problema de lo que él mismo es y cuál es su lugar en el mundo que lo rodea. Porque sin este conocimiento no tendrá ningún punto de enfoque en su búsqueda. Las palabras de Sócrates, Conócete a ti mismo, persisten para todos aquellos que buscan el verdadero conocimiento y el ser.

Acabo de usar una nueva palabra: "ser". Para estar seguro que por ella todos entendemos la misma cosa, tendré que decir algunas palabras como explicación. Acabamos de preguntamos si lo que un hombre piensa de sí mismo corresponde a lo que es en realidad, y ustedes se preguntaron a sí mismos qué son. He aquí un médico, allá un ingeniero y allí un artista. ¿Son realmente lo que pensamos que son? ¿Podemos considerar la personalidad de cada uno de ellos como idéntica a su profesión, a la experiencia que esa profesión, o su preparación para ella, le ha dado?

Palabras de G. I. Gurdjieff, cortesía de Pedja y Karla.

Respecto al último párrafo un apunte:

Existe un juego que consiste en responder a "¿Quién soy?" sin utilizar atributos físicos, psicológicos ni experienciales. El resultado es "Nada soy". Y es tan gratificante no ser nada... todas las posibilidades están implícitas en esa vacuidad.
La gran aportación de la filosofía oriental es intransitivizar el verbo ser o sustantivizarlo. No se es nada, sencillamente se es. No necesitamos un complemento directo, ser es un verbo más próximo al reflexivo que al transitivo. La filosofía occidental se ha fundamentado en lo contrario, por la necesidad lógica-discursiva y relativista de nuestros ancestros pensantes.
Dice Luis Racionero, en un prólogo al Tao Te King, que la filosofía occidental nació a orillas del Mediterráneo, hija del continuo vaivén del mar, y de ahí su lógica lineal, discursiva, recurrente como las olas, relacional, multiplicadora y especializada; y que la filosofía oriental nació de la observación directa de la naturaleza , donde todo es interdependiente y circular. Hoy en día, el camino es unir ambas para recorrer una senda única, fruto de milenios de sabiduría y tradición.

"¿Quién soy?" es un acertijo, un koan zen, una evidencia para que nos desprendamos de las vestiduras, toscas y sutiles, con que ocultamos nuestra verdadera esencia por miedo a mostrar la Luz y conocer la Verdadera Libertad. "¿Quién soy?" es un continuo ejercicio de desidentificación con los patrones, las maneras y las nimiedades que hemos creído ser.
Cuando podemos nadar confiados en el eterno mar de la Conciencia, de la Luz y del Amor, el ser, el no ser y la propia existencia no tienen ninguna importancia.

1 comentario:

Luciano Gil dijo...

querida Aranzazu, muy interesante este artículo y muy profundo. El eterno dilema, ser o no ser, he ahí la cuestión. Realmente, ¿estamos preparados y dispuestos para renunciar a los pronombres, adjetivos, adverbios...? Hace falta desapego para vivir sólo el Verbo, con mayúsculas, que es la acción: amar, sanar, ir, volver... A través del Verbo fue hecha la Creación, somos verbo hecho carne y con el verbo co-creamos. Me quedo con ser, sentir, estar, vivir, amar y muchos otros verbos, pues verbo soy, palabra del Creador hecha carne a su imagen y semejanza para testimoniar mi verdadera naturaleza, la Suya, que Yo Soy. Besar...