
Pero existe ese lugar, ese lugar es real, lo más real que he experimentado jamás, tan simple, tan cercano, tan dentro, tan claro. No hay posibilidad de evitarlo: está ahí, perenne, meridiano, insoslayable. Sólo con atenderlo se hace visible, se manifiesta. Sólo con mirarlo, con observar el interior poblado de maravillas desconocidas y gratificantes.
Las recuerdos que atesoramos sobre las primeras veces que hemos indagado en nuestro interior nos impiden esta inmersión, nos condicionan, nos dicen: allí hay dolor, resentimientos, pesares, temores, sueños frustrados, esperanzas baldías. Nos alertan: no mires, no investigues, no profundices.
Pero si hacemos oídos sordos a esta petición del ego (del ego que no sabe vivir en ese espacio, pues es patrimonio del ser), veremos que el dolor, que el miedo, que todo aquello que hallamos y tememos son tan sólo los primeros pasos del camino que conducen al interior de nuestro arcano. Que cuando somos capaces de mirar a los ojos a esas emociones, se disuelven, se desintegran, se volatilizan y desaparecen -porque no son reales- y entonces aparece el vacío, el espacio, la amplitud, la serenidad, la calma y la paz, la dicha infinita...
Esta vivencia es, esta experiencia existe... y hoy es lo que te deseo desde lo más profundo del alma.
Cuando todos los seres vivamos y cultivemos estas sensaciones, sabremos que somos Uno y que somos Todos y que somos también responsables de Cuanto acontece en el Universo, de cuyo tejido estamos hechos.
Como bien saben y desean los budistas "Que todos los seres sean felices", "Que la Tierra pueda ser sanada".
1 comentario:
Gracias por tu deseo, es precioso y tambien es el mío. Somos uno y Somos Uno.
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