Yoga y mecanismos de defensa-control

Nuestras mentes ignorantes son incapaces de sostener el vacío de las tres carencias fundamentales del ser: amor, seguridad y autonomía. Carecemos, desde nuestro carácter neurótico, de la capacidad de sostenimiento del vacío y la aceptación de la vida tal como es -no como la deseamos-. Adolecemos de la falta de rendición del ego ante su no omnipotencia, de la escucha y la actitud de apertura que favorece la confianza en la vida.
Estas sensaciones, sentimientos -e incluso abstractamente ideas- nos provocan angustia, una terrible angustia vital, porque sabemos que existe algo más que no estamos permitiéndonos vivir. Utilizando las palabras de Bertrand Russell en La conquista de la felicidad, que amablemente nos ha transmitido nuestra compañera Yoonah en Sadhana, "(...) En el alma de hombre civilizado parece haber penetrado tensión y angustia. Sabe que existe algo mejor que él y que está casi a su alcance; pero no sabe dónde buscarlo ni cómo encontrarlo. (...) Hemos alcanzado una fase de la evolución que no es la fase final. (...) Para encontrar el camino que le permita salir de esta desesperación, el hombre civilizado debe desarrollar su corazón, tal como ha desarrollado su cerebro. Debe aprender a trascender de sí mismo, y de este modo adquirirá la libertad del universo." Sólo la trascendencia de la mente -de nuestra identificación con sus procesos mentales: sensaciones, emociones o pensamientos- en camino hacia la presencia de la conciencia facilita la apertura de corazón, pues ambos -conciencia y corazón- son básicamente amor, seguridad y libertad, nuestras tres carencias fundamentales.

Hasta la vivencia de ese estado, la omnipotencia egoica quiere controlar la realidad para adaptarla a sus deseos y para ello utiliza los mecanismos de defensa que en cada persona en función de su eneatipo son unos u otros. Lo que desean los mecanismos es no ver la realidad como es, no aceptarla y controlarla, creer que la tienen bajo su dominio y potencia y que puede ser como quiera que sea y no como es. El control de la realidad ejercido a través de los mecanismos nos aleja de la posibilidad real de saber quiénes somos de verdad y cuál es la realidad.
La mente es una estratega implacable, cuanto más fortalecido está el ego de más estrategias dispone, más elaboradas son (y, complementariamente, más posibilidades de sanarse tiene, porque al empezar a desmontarlas, el resto empieza a caer como un castillo de naipes) pero parafraseando a Borges, tiene intersicios de razón donde su contradicción es evidente. Éste es uno de ellos.
El miedo de que la realidad no sea como queremos que sea, de aceptarla tal como es, el temor a sentir la carencia, nos conduce a su control a través de los mecanismos de defensa para tener que desarticularlos con el fin de sanar ese ego enfermo y omnipotente.

Además de terapias y, sobre todo, prácticas de atención y concentración para experimentar el estado de meditación, los Yoga sutra de Patanjali, como estudio completo de la mente -la responsable de esto hasta que se trascienda- es un instrumento informativo de excepción que facilita el tránsito por el proceso de desreactivación de mecanismos y autoconocimiento.
Por ejemplo, en el caso de eneatipo 2, el mecanismo de defensa-control de la fantasía corresponde al klesha (obstáculo que impide el estado de yoga o unión) denominado raga (exceso de apego); la represión corresponde a dvesa (aversión irracional) y la manipulación corresponde a abhinivesha (sentimiento de inseguridad).

Desde el ejercicio (en el sentido de ejercitación, cultivo) del yoga, conviene desarrollar los yama y niyama:
"Yama: Ser respetuoso y considerado con los demás y con uno mismo porque la vida requiere ser cuidadoso (Ahimsa, no violencia); saber en qué momento has de decir una cosa sin dejar de ser sincero y ser consciente del resultado que puede tener (Satya, verdad); considerar que la única manera de vivir es demostrar confianza con lo que uno tiene y no traicionarla apoderándose de lo que al otro le pertenece (Asteya, abandono de codicia); no obsesionarse con el sexo, las pasiones o cualquier cosa que haga perder de vista la búsqueda de la unidad y el entendimiento con uno y con los demás (Bramacharya, moderación, equilibrio); y no acumular y acumular avariciosamente y perder de vista la dimensión humana de compartir y de recibir aquello que uno se merece (Aparigraha, compartir).
Niyama: Tener una actitud de limpieza y pureza tanto interna como externa, sin dejarse llevar por los prejuicios y por los hábitos (Saucha, higiene, salud); sumergirse en la fe y el agradecimiento a lo que nos trae la vida (Samtosha, aceptación); quemar las inercias con el apasionamiento de la vida y de la constancia (Tapas, voluntad); escuchar la voz interna que nos guía y que nos permite doblegar las vanas razones del ego (Svadhyaya, autoconocimiento); y dejar que toda acción sea completa en sí misma, sin apego de sus frutos, como un canto que se entrega a la vida, sin condiciones ni chantages (Ishvara pranidhana, fe en el Ser). Esto es Niyama, un jardín florido donde el cuidado, la belleza, el colorido, el florecimiento y el aroma de las flores permite el éxtasis."
Fuente: Arjuna

El cultivo de estas actitudes desarrollará esa conciencia de alerta y atención para que dejemos de intentar controlar la realidad a través de los mecanismos y nos fundamos con el Ser que somos y del cual provenimos.


No hay comentarios: