Decálogo inconsciente

Esta serie de poemas la escribí del tirón a los 18 o 19 años, por la época en la que leía a Herman Hesse. [Ahora sé que me lo escribía a mí, a mi niña interior].

I

¿Has sentido alguna vez la locura empapándote la piel?
¿Te has enajenado hasta tal punto deliberación que has estallado en llantos, gritos e histeria?
A veces dialogas y reflexionas y tus propios pensamientos te elevan a estadios insospechados y ocultos.
No controlas tu cuerpo, no controlas tu mente, sólo estás plena.
Tal gozo te embriaga que serías capaz de todo, aunque sólo dure un instante, a pesar de que es un segundo infinito.
Luego desciendes, penetras en las simas de la más profunda abyección y vuelves a elevarte.
Y el mundo se torna cíclico.
¿Lo has sentido?
¿Sabes de qué te hablo?

II

Pululando por los recónditos vericuetos de mi alma encuentro un temor inconsciente del que quiero hacerte partícipe:
El mundo se derrumba, la noche me domina y me acompaña y, en medio de la oscuridad surge tu sombra, cual mito nocturno griego que aúna dentro de sí lo más divino y diabólico.
Me topo con tu espectro y caigo en un limbo que atenaza mi cuerpo y libera mi alma.
Sabes que en la penumbra me asiré a ti con tanta fuerza que incluso te desvanecerás.
Serás una bruma inexpugnable, un secreto eterno, mi suspiro más profundo.
Cuando todo haya terminado, retomaré el camino de vuelta, aunque lo que más amo no haya sido mío y permanezca oculto en la noche.

III

Desde una entraña precisa tu nombre surge en la tarde.
Te has ido pero la mística de tus versos resta entregada en mi sueño, como aquella mariposa de celofán que envolvía nuestros deseos más pueriles.
A través de las cornisas de pestañas busco una huella, un rastro, que posiblemente hayas dejado.
Sin embargo, te has llevado todo contigo: tu presencia, tus versos, mis palabras y la insoportable sensación de seguir siendo.

IV

A menudo me pregunto qué voy a hacer aquí: si vine a quedarme, a incordiar, a acompañar a los otros.
Muchas veces ni siquiera me molesto en seguir peguntándomelo, sencillamente continúo día tras día, silencio tras silencio, verso tras verso, con la esperanza de que alguien resuelva mi eterno interrogante.

V

No seas iluso, nada es tan fácil como creíste. De hecho, sin el riesgo, no irías a ninguna parte. Quisiera que la noche supiera transmitirte lo que yo recibo desde el cielo: ese inconcluso deseo de seguir siendo, de continuar la senda iniciada hace ya algunos años.
Como un cometa errante que no sabe adónde se dirige, mis pensamientos se estrellan contra el maldito y terrible muro de la teoría.
Más allá de la sombra, sin embargo, aún seguiré en pie, esperándote.

VI

Un punto exacto de gravedad latente se cierne entre las sombras que se elevan en silencio. La penumbra acompaña a los entes que otean un horizonte diluido y dilatado por los sueños y el tiempo transcurrido.
No quieras en esta noche alzar la vista y encontrar a Dios.
Búscate a ti mismo, lucha por tu sino y, cuando hayas acabado, recoge tus enseres y vuelve a tu mundo.
Pero, por favor, no me dejes sola y llévame contigo.

VII

Dices que la tempestad vendrá a buscarte, que en su rayo cabalga tu furia y que su trueno es tu grito indolente.
Perdona, hermano, que no te crea pero mientras tus ideas se disfrazan de lujuria y poder, bajo la máscara de la hipocresía, las mías se desgarran con la entereza de saberse crueles pero sinceras.

VIII

Un mismo minuto que transcurre simultáneamente, un mismo latido que alberga dos vidas: ése es el momento, ésa es la esencia, no aparente pero supuesta tras la máscara de tu falacia.
La vida sigue siendo tu único vestigio, el sueño continúa permaneciendo oculto y yo persisto en la idea de querer expresarte lo que siento y no encontrar la manera correcta de escucharme.

IX

Insisto en que la vida te va a ser arrebatada y quiero que antes de que eso ocurra hasta sentido en tu alma los más extremos opuestos, las más placenteras y degradantes sensaciones, porque si no, no tiene sentido este ir y venir persistente, esta angustia vital que nos embarga cada día.
Es lo más conveniente y más para alguien como tú, que tanto te pareces a mí.

X

Por hoy terminó la sesión: the end, se acabó, finito. La vigilia me expulsa a gritos al ansiado exilio, ese ignoto paraíso sumergido en la más profunda de las cavernas nocturnas.
No sé si lo que he hecho ha estado bien o mal, por hoy no deseo ni siquiera juzgarme.
Ahí queda para el resto de mi tiempo, para recordarlo y saber que alguna quise y luché por algo.

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