Libros y películas

La llegada del verano supone la llegada de literatura basura a mi vida, en la acepción más cariñosa del término. Es decir, paso todo el año leyendo profundas reflexiones sobre la vida, el cosmos, la existencia, la apariencia y la esencia, la realidad, el ser y el no ser, etc... Así que en verano me dedico a leer libros sin ningún interés más que el de distraerme.
Anticipo que leo muy rápido y durante bastantes horas (no tengo veo tv, pues carezco de antena e interés en la programación, y eso da mucho tiempo libre), así que más que leer devoro la letra escrita y, claro, en la playa o los transportes públicos tampoco hay otra cosa que hacer. La afición por la lectura es una hermosa herencia de mi amado y admirado padre, la persona a quien más he visto leer en mi vida.
Empecé el fin de semana pasado con El capitán Alatriste de Arturo Pérez-Reverte, lo acabé en dos días, y me gustó. Es la segunda novela que leo de APR aunque soy adicta a sus artículos, recogidos en Patente de corso, Con ánimo de ofender y No me cogeréis vivo.

He continuado esta semana la saga de literatura femenina tipo Thelma y Louise: Chica busca chico de Llum Barrera, Claire se queda sola de Maryan Keyes (el verano pasado cayeron Sushi para principiantes y Lucie Sullivan se casa) y 39+1de Sílvia Soler. Éste último lo he acabado esta misma mañana. Divertidos, ideales para mujeres (te identificas, ríes y recuerdas muchísimo a tus amigas) y para pasar el rato.
Ahora empezaré con el stock conseguido esta semana en la bilioteca (huelga decir que como soy asiduísima en las biblios de Sant Adrià -trabajé en ella- y Premià, pues son como mi segunda casa, me permiten ciertas licencias con el préstamo). Sección poesía -buen género para el verano: Cau de llunes de Maria Mercè Marçal, recomendado por Marta E., Hojas de hierba de Walt Whitman (para releer) y Antología de Álvaro de Campos de Fernando Pessoa. Sección epístolas (y romántica): Cartas de amor de Kahlil Gibrán. Sección novela: De repente en lo profundo del bosque de Amos Oz y Mil grullas de Yasunakari Kawabata. Y sección biografía: Amanecer en el desierto de waris Darie.
Y de pelis, ayer vi, con los niños, El secreto de los hermanos Grimm (lo confieso: además del bello cine oriental, el independiente estadounidense, dogma, el sesudo europeo y Woody Allen -por lo que me molesta a veces la falta de antena es, por ejemplo, para disfrutar de su actual ciclo las noches de los jueves en el 33, me gustan las pelis con un toque infantil aventurero, alma de niña eterna, supongo) y, por la noche, Diamantes de sangre... y aún estoy afectada.
Conocía la guerra de Sierra Leona, los niños soldado, los campos de refugiados desplazados a miles de kilómetros de sus hogares y separados de sus familias... pero verlo así, aunque sea una ficción, y que todo eso ocurra para tener diamantes... Esos diamantes están manchados de sangre, nunca mejor dicho. Eso ha de pensar cada mujer que quiere llevar uno en sus dedos, diamante que por otro lado no le va a dar la felicidad de ningún modo. La felicidad no es algo que haya de buscarse fuera en aspectos materiales sino dentro.
Me he de ir (paella dominical) pero continuaré con un post sobre las injusticias hacia los niños: sencillamente no puedo soportarlas.

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