Reflexiones tras la meditación

Gozar de la bienaventuranza de una vida humana es un hermoso y extraño privilegio. Por ello es importante saber ¿qué voy a hacer con este maravilloso regalo?, ¿qué voy a hacer de mi vida? Cuando me hago esta pregunta, la respuesta es una, mas las posibilidades -cargadas de apegos, aversiones, sueños propios y ajenos, deseos inconfesables…, hijos de ese ego que cree ser único y especial, de ese ego que cree ser yo- son innumerables.
Así que le sigo preguntando a mi mente ¿he de abandonar cuanto conozco y amo -vacuidad al fin y al cabo, apegos vanos que no dan sentido a mi vida- y lanzarme al Inmenso Vacío de la Posibilidad Infinita o he de mantenerme ecológica, en mi nicho natural, con pareja, hermanos, madre, padre en donde esté, amigos, alumnos, maestros, compañeros al fin y al cabo de este devenir que es mi encarnación actual: … El verdadero Inmenso Vacío de Posibilidad Infinita?
Si las cosas deben hacerse con el abandono propio de la no acción que no deja nada por hacer, la respuesta es continuar con mi vida, siempre enriqueciéndome, siempre enriqueciendo y amar a los cercanos, sentir por ellos compasión, que es la manera de sentir verdadera compasión por los lejanos. Y crecer y practicar y ser disciplinada y obtener la justa recompensa por mi trabajo.
Sí, me quedaré en casa, en mí, y cuando abra los ojos llenaré -lleno- el espacio inmanente con David, mi familia, mis amigos, la sangha y la maravillosa vida que experimento y vivencio.

Viajamos eones tras eones tras eones durante incontables vidas y siempre nos hallamos en el Eterno Presente. Tal vez porque en las anteriores no supimos saborearlo, disponemos de esta nueva encarnación para despertar a Quien Realmente Somos.

Cuando desaparece la imputación, cuando se desvanece el error de discriminar entre sujeto y objeto, cuando ambos son lo mismo y trascendemos, descubrimos nuestra inmensa capacidad, nuestra Infinita Presencia, Eterna, Actualizada, Vacía de Todo, Transparente y por tanto y al mismo tiempo Plena de Todos los Seres, de todos los objetos, de todas las estrellas, universos y eones. Recipiente Vacío de cuanto abarcamos, de la inmensa infinitud del Cosmos, Gran Espíritu Ilimitado.

La constancia en la práctica meditativa es la única garantía de experimentar la Vacuidad y la No Dualidad en la cotidianeidad de nuestras vidas. La prolongación de la experiencia sólo se consigue con más experiencia.

En tu interior habita tu luz, tu centro, tu eje, la gota del sublime néctar del Amor, la Compasión y la Sabiduría. ¡Míralo! ¡Siéntelo! ¡Bébelo! ¡Imprégnate de él hasta la médula! ¡Sé ello! ¡Conviértete! ¡Abandona tus límites, tus cárceles mentales, tus trampas egoicas! ¡Sé luz, sé amor, sé compasión y sé sabiduría! Entonces sabrás que Dios, que Buda, que tú, habitas entre nosotros. Conocerás que eres el Eterno Devenir, la Eterna Creación, el eterno Presente, absolutamente Todo cuanto existe, Todo cuando Es, porque eres Todo, porque no hay fuera ni dentro: sólo hay Ahora, Ya, Presente… ¡¡Ser!!

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