Linaje femenino




Me honra pertenecer al linaje de mujeres de donde provengo.
Mujeres poderosas, únicas, amantísimas,
depositarias y donantes de un amor y una sabiduría infinitas,
poseedoras de una fuerza visceral y auténtica, supervivientes.
Es por ello que hoy honro su memoria:
la de mi abuela y la de mi madre,
las dos personas más íntegras, luchadoras y sabias que conozco.

I
Mis ojos, por haber sido puentes, son abismos (Antonio Porchia)

¿Cuántas veces mis ojos
albergaron la promesa de lo eterno?
¿Cuántas veces descendieron al averno
y hallaron en él la luz nueva
que descendió quién sabe de dónde ni por qué?
¿En cuántas ocasiones trenzamos un acuerdo
que no está escrito en ningún lugar?
Innumerables y ocultos instantes
en que hilvanamos nuestra oscura
-y por ello luminosa- historia.

Por haber sido puentes, mis ojos son abismos.
Abismos donde la noche se reúne con sus hermanas,
dolores antiguos que aún encienden la hoguera de la desconfianza.
Simas holladas en pos de la eterna búsqueda
del sentido de mi -de nuestro- Ser.

Ha llegado la hora de construir puentes:
Ha llegado el momento de perdonar lo imperdonable.
Se acerca la nueva aurora en que podemos confiar,
descansar la cabeza -ora llena de contradicciones, ora rebosante de valiosos arcanos-
en el refugio amigo, en el compañero de debajo de la tierra.

Por haber sido abismos, mis ojos son también puentes.
Puentes que unen las orillas de la vida,
tránsito que enlaza los nacimientos y las muertes,
confluencia que teje los entresijos de lo cotidiano,
yunta donde tu corazón y el mío encuentran la paz.
Donde el silencio es la única palabra que se pronuncia,
donde el latido es el solo diálogo de la existencia,
donde el Amor se atreve ahora a colmar
el ansia infinita de vivir.

II
Si me habito, no permito
albergar tu lar
en mí.

III
¿Qué es esta llamada antigua
que me desgaja los adentros?
¿Qué es este aullido innombrable
que brota de mi vientre?
Es tu dolor primero,
tu desgarro partiente,
tu entrega visceral por la Vida
que no pudo verse colmada.

¿Por qué este tónico ritmo en mis entrañas?
¿De dónde esta cadencia original
que envuelve mi fuente de vida?

Una pena, otra pena y aún otra
-así, ¿hasta cuántas?-
recogidas y sostenidas en mi útero,
en el palacio celestial,
en nuestro hogar...
venidas de ti, desde ti, antaño,
buscando la negada forma
que no pudiste otorgarle.

Descansa ya, abuela, madre infinita,
instintiva y atemporal.
Descansa en paz con tus muertos,
démosles la sepultura emocional y real que merecen
para abrirnos de nuevo a la Vida:
sembrar, cultivar, podar y recoger frutos.

Mirémonos a los ojos
y comprendamos ambas la magnitud de tu grandeza,
ante la que me inclino y la que honro,
en mi sangre, en mi vientre,
en cada latido de mi corazón
que es el tuyo,
gran y parturienta mujer de Vida,
superviviente,
castigada, humillada, ajada y vencida,
pero también inabarcable, inmensa, diosa y creadora
de la fértil llanura de nuestro ser y nuestros actos.



Profundamente complacida con ellas, con Arjuna Peragón -maestro, amigo, formador de Sadhana y creador de Síntesis-, por ayudarme y convidarme al enriquecedor encuentro Rincones del Alma en Mascarbó y a Joan Garriga, humanista, hombre del alma y experto en vida, por facilitar la constelación familiar en que participé. Gracias, besos y bendiciones.







No hay comentarios: