El hombre y la supermente por Sri Aurobindo



El hombre es un ser en transición, no es el final. Porque en él y más allá de Él ascienden los radiantes grados por los que se trepa hacia la divinidad del superhombre. Los escalones que conducen del hombre al superhombre son el próximo acercamiento a la realización de la evolución en la tierra. Ahí es donde descansa nuestro destino. Y la llave que liberará nuestras aspiraciones que problematizan y limitan la existencia humana ; lo cual es inevitable, porque pertenece a la intención del Espíritu interno y a la Naturaleza lógica del proceso.

La aparición de una posibilidad humana en el mundo material y animal fue el primer reflejo de la llegada de la Luz divina; de lejos, el primer indicio de la divinidad naciendo fuera de la materia.

La aparición del superhombre en el mundo humano será el cumplimiento de esta promesa brillante y distante.

La diferencia entre el hombre y el superhombre será la diferencia entre mente y conocimiento. Porque así de lejana está la mente pensante de la planta y del animal. La esencia diferenciante del hombre es la mente. La esencia diferenciante del superhombre será la supermente o el conocimiento divino.

El hombre es una mente prisionera. Oscurecida y circunscripta en un vivir precario e imperfecto; imperfectamente consciente del cuerpo. El superhombre será un espíritu supramental que cubrirá y usará libremente el conocimiento del cuerpo y las fuerzas espirituales plásticas.

Su construcción física será un soporte firme y un instrumento radiante y adecuado para que el divino espíritu juegue y trabaje en la Materia.

La mente, aun libre y en su propia pureza de elemento sin atadura, no es la más alta posibilidad del conocimiento. Porque la mente que no tiene la posesión de la Verdad, sólo es una vasija o un instrumento menor, habilitada sólo para sumirse en una búsqueda ignorante que arranca ansiosamente una masa de falsedad y verdades a medias como insuficiente alimento para su hambre.

Mas allá de la mente existe un poder de conocimiento gnóstico o supramental que tiene la eterna posesión de la Verdad. Todos sus movimientos, sentimientos, sentidos y resultados son instintivos y luminosos en lo más profundo de la realidad de las cosas y no expresan nada más.

La supermente o gnosis es una en su naturaleza original. Y en el mismo movimiento una infinita sabiduría y una infinita voluntad. En su fuente está el conocimiento dinámico del divino Conocedor y Creador.

Cuando en el proceso de desarrollo de una Existencia, alguna delegación de su poder desciende al interior de nuestra naturaleza humana limitada, entonces y sólo entonces el hombre puede superarse a sí mismo y conocer divinamente y actuar divinamente y crear: convertirse, al fin, en una consciente porción de lo eterno.

El súper hombre nacerá, no como un magnifico ser mental; pero un poder súper mental descenderá aquí, dentro de la nueva vida del transformado cuerpo terrestre.

Un gnóstico ambiente de súper hombre es la clara, próxima y triunfante victoria a ser ganada por el espíritu en su descenso hacia el interior de la naturaleza terrestre .

El disco del secreto sol de Poder, Felicidad y Conocimiento está emergiendo fuera de la conciencia material en la cual nuestra mente trabaja como un esclavo encadenado a una frustración o como la impotencia del demiurgo; la supermente formará el cuerpo con radiante esplendor.

El súper hombre no es el hombre escalando hacia su cenit natural; ni un grado superior de grandeza humana, de conocimiento, del poder de la inteligencia; la voluntad, el carácter, el genio, la fuerza dinámica, la santidad, el amor, la pureza o la perfección.

La supermente es algo que está más allá del hombre mental y sus límites: es un gran conocimiento comparado con el alto conocimiento propio de la naturaleza humana.

El hombre es un ser cuyas funciones mentales implican una degradación oscura del cerebro físico, obturado en sus divinos poderes e impotente para cambiar la vida más allá de la indudable estrechez de los límites precarios.

Por esta dependencia , en lo alto de su reino son contrariadas las luminosas posibilidades de la fuerza suprema y de la libertad .

Frecuentemente el hombre es sólo un servidor, un proveedor de diversión , un abastecedor de necesidades e intereses de la vida y del cuerpo. Pero el súper hombre sera un gnóstico rey de la Naturaleza; la supermente en él, aun en sus evolucionados comienzos, aparecerá como un rayo de eternidad omnisciente y omnipotente.

La soberanía irresistible posará sus manos en el instrumento físico y mental y desde ahí penetrará y poseerá nuestras pequeñas partes que apenas se han manifestado; esto transformará la mente, la vida y el cuerpo dentro de su propia naturaleza luminosa y divina.

Para el hombre en sí mismo es mejor ambicionar nada. Porque Él es una estrechez que se extiende hacia la inentendible amplitud, una mezquina tensión dirigida hacia la grandeza que está más allá de él que es un pigmeo enamorado de las alturas. Su mente es un rayo oscuro en la esplendorosa Mente universal. Su vida es una esforzada sufriente y exultante ola, una ansiosa pasión-sacudiéndose y apenándose al golpear. O un ciego y embotado e insignificante y laborioso momento en la vida universal. Su cuerpo es una laboriosa y frágil mancha en el universo material.

Un alma inmortal se encuentra oculta en algún lugar de su interior y de tanto en tanto manifiesta la chispa de su presencia un espíritu eterno.

Pero este gran espíritu es obstruido por la durísima coraza de la construida personalidad; y esa radiante alma interna es envuelta, sofocada y oprimida por la densa capa externa. En ocasiones, es difícil percibir su rara actividad. En el hombre el alma y el espíritu parecen más bien existir por encima y detrás de su naturaleza formal que es una parte de su realidad visible.

Subliminal en su ser interno o súper consciente en algún estatus aún no alcanzado, encuentra en las posibilidades de su conocimiento interno la realización de las cosas y del presente.

El espíritu está en curso de nacer antes de acceder a la Materia física.

Este ser imperfecto, con sus trabas, confusiones, desórdenes, de conocimiento mayormente inefectivo, no puede ser el fin ni las alturas de la cúspide del misterioso oleaje de la Naturaleza en ascenso.

Hay que discernir entre los quebrados resplandores fugaces que repentinamente atraviesan las grietas en la gigantesca muralla de nuestras limitaciones.

Hay algo que puede ser desarrollado desde más abajo, desde donde duerme el velo del conocimiento mental del hombre y que es medianamente visible por flashes: al igual que la vida que una vez durmió en la piedra y el metal, la mente en la planta, la razón en la caverna de la memoria del animal -quienes subyacen en el imperfecto aparato de la emoción y del sentido de voluntad e instinto humano.

Hay algo aún no expresado dentro de nosotros y ello debe ser comunicado a traves de las envolventes iluminaciones procedentes de lo superior. Una deidad se encuentra prisionera en nuestras profundidades. Un ser, una grandiosidad lista para descender de la cúspide súper humana. En la unión de ese descenso y despertar se encuentra el secreto de nuestro futuro. La grandeza del hombre no está en lo que él es pero sí en lo que hace posible. Su gloria está encerrada en un lugar y en el taller secreto de la labor de vivir donde el reinado del súper hombre ha sido dejado listo por el divino Artífice.

Pero así es como él admite la enormidad de su grandeza. Y debido a esto, le es concedido tener parte en el artesano conocimiento de su divino cambio. Su libre beneplácito, su consagrada voluntad y participación hace necesario que dentro de su cuerpo pueda descender la gloria que lo reemplazará. Sus aspiraciones terrestres llaman al Creador supramental.

Si la tierra clama por la respuesta Suprema, aún puede ser la hora para tan inmensa y gloriosa transformación.

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