Stanley Kripneer, investigador de los sueños

"¡Ama y trabaja! Nada hay más transpersonal que eso"

Tengo 75 años. Nací en Wisconsin y vivo en California. Soy doctor en Psicología e investigador de la función de los sueños. Soy viudo y tengo dos hijastras. ¿Política? No me gusta Bush. ¿Dios? No me gusta que una religión dogmatice sobre ´la verdad´.

VÍCTOR M. AMELA

Qué ha soñado esta noche?

Que estaba en una fiesta, con buena comida y bebida, buenos amigos y buen ambiente, y sabía que debía retirarme pronto... porque por la mañana tenía esta entrevista con usted.

¿De verdad ha soñado esto?

Sí. Al despertar anoto siempre mis sueños.

Lamento haberle fastidiado la fiesta.

Los sueños son organizaciones simbólicas de impresiones procesadas en el inconsciente: hablan de lo que nos pasa. Y por eso los anoto.

¿Con qué propósito?

Reflexionar sobre lo soñado puede arrojar claves para conocerte mejor, para saber más de tu relación con el mundo.

Si tengo una pesadilla, ¿me preocupo?

O alíviate. Una pesadilla esporádica puede ser también una limpieza interior, un desanudarse un conflicto inconsciente.

¿Una curación que viene del sueño?

Hay sueños terapéuticos: recuerdo a una persona que se sentía siempre enferma... Una noche se soñó sana. En aquel sueño, aprendió cómo es eso de sentirse sano... Y poco tiempo después se sentía sana: ¡sanó!

¿Milagro?

Sutiles mecanismos bioquímicos: en sueños puede aparecernos incluso una indicación acerca de alguna medicina o terapia. ¡Deberíamos atender más a esas informaciones!

Como si tuviésemos un médico dentro.

Yo soñé hace poco que tenía una úlcera, algo extraño puesto que jamás había tenido síntoma alguno. Al despertar, lo anoté. Luego fui al baño... y había sangre en mis heces.

¿Cuál es la explicación?

Tenemos un umbral de autoconocimientos inconscientes y el sueño es su ágora. En sueños desciframos claves que no podemos descifrar en estado ordinario de conciencia.

O sea, que un sueño puede informarme de la llegada de una enfermedad.

Es una de sus funciones, convendría aprovecharla. Los sueños anticipatorios existen: yo los he estudiado mucho en laboratorio.

¿Cómo puede hacer eso?

Registro con electrodos la actividad cerebral del soñante y le despierto en el momento del sueño para que lo explique. Se hace a lo largo de muchas noches. En la investigación usamos sobres lacrados dentro de los que hay imágenes...

¿Qué tiene que ver eso con el soñante?

El soñante sabe que luego cotejaremos sus sueños con esas imágenes. Es decir, interviene un factor decisivo: la intención.

¿Tener intención de soñar sobre algo?

Además, los investigadores tienen intención de transmitir un mensaje al soñante.

¿Me está hablando de telepatía?

En estos experimentos he constatado que el índice de correspondencias entre las imágenes enviadas y las soñadas ¡es muy superior al del azar! Hay casos en los que el soñante anticipa imágenes de los sobres de mañana.

Chocante.

Los llamo sueños anómalos porque desafían la dimensión espacio-temporal: desvelan aspectos de un tiempo futuro o de un espacio remoto, tiempos y espacios en los que el soñante no ha estado.

¿Qué explicación tiene para esto?

Por ahora sólo son mis especulaciones. Cuesta explicarlo. Son cuestiones muy complejas, participan fuerzas muy sutiles...

Insisto: comparta sus especulaciones.

Algunos investigadores de la psique manejamos la hipótesis de que existe un campo de información que permea la existencia: todos participamos de él, todas las conciencias se sumergen en él a cierto nivel. A ese nivel, pues, todos estamos interconectados.

Entiendo la hipótesis. ¿Hay indicios?

Eso que algunos llaman reencarnaciones,conocimientos de otras vidas, telepatías, clarividencias acerca de detalles ocultos de la psique o salud del prójimo..., no serían sino indicios de que algunas personas, en ciertos estados de conciencia, tendrían acceso a ese infocampo del que todos nosotros seríamos como periféricos enchufados.

¿Muchos psicólogos investigan esto?

Sí. La psicología transpersonal propone estos nuevos enfoques... que en realidad son muy antiguos: los han practicado chamanes de todas las culturas, y los antiguos romanos y griegos. ¡Los griegos hasta tenían templos de incubación de sueños!

No sabía...

Todos extraían de la dimensión onírica saberes benéficos para la plenitud psicológica del individuo, propiciadores de su sanación corporal, mental y espiritual.

Al morir, ¿qué será de mi conciencia?

En alguna dimensión honda pervivirá en ese infocampo, íntimamente vinculada a toda la existencia. Tanto, que sospecho que la actividad solar modula los puertos de acceso a esa psique transpersonal.

¿El sol? ¿Está relacionando sol y alma?

La actividad de las manchas solares altera el campo electromagnético terrestre, y he constatado que en las noches de baja actividad electromagnética ¡crece el índice de correspondencias telepáticas! Como si hubiese menos interferencia y así fuese más fácil.

Me regala arduos asuntos en que meditar durante estas noches de verano.

Te regalo además un consejo: ama y trabaja. Nada hay más transpersonal que amar y trabajar: amar es volcarte más allá de tu egoico yo individual, y trabajar es volcar tus recursos al mundo. ¡Si amas y trabajas, eres psicológicamente sano! Y así sanas al mundo.

La lengua de Dios

Sus inquietos ojillos azules me hacen simpático a este hombre menudo y comunicativo, uno de los más respetados investigadores de la psicología de los sueños, cuya copiosa obra inspira a legiones de psicólogos y terapeutas. Se me declara atento a la filosofía taoísta de su amigo Alan Watts (divulgador del saber oriental, quizá el filósofo más influyente del siglo XX en Estados Unidos), que me resume así: "Somos naturaleza". Y añade: "Entiendo a Dios no como una fuerza externa al universo, sino como las fuerzas del universo evolucionando". Y somos parte de esas fuerzas. Nuestra mente ordinaria juega a separar... pero al soñar vemos claro. El sueño es el idioma de esas fuerzas, es la lengua de Dios.

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