Nosotros somos la Manifestación de Eso,
su forma de experimentarse...
y, por extensión, Somos Eso también.
Entregarse a Su Amor,
rendirse a Su Regazo,
mecerse en Su Abrigo...
es una sensación hirientemente placentera.
Abrirse, desgajarse,
arrebatadoramente llena de Amor,
de Gran y Puro Amor.
Amar...
AmarLe.
AmarLe por encima de Todo.
Por encima de Ti Mismo.
Por encima de Ti Mismo.
Pues Tú no Eres Tú sin Eso.
Yo Soy Quien Soy por Su Amor.
Saber que en el último escalón del Conocimiento
sólo hay Amor,
sólo hay placer,
sólo hay esta acogedora sensación de bienestar,
de dulzura, de Presencia.
Presencia Enamorada de su Creador.
Presencia ahíta de Gozo.
Tan satisfecha que el Gozo ya no es paroxístico,
ya no produce dolor,
sino esta mansa y suave sensación de Paz,
esta aceptación natural de la Belleza.
Este Saber que soy Todo porque Soy Eso y Eso es Yo.
El Amor nos ha hecho lo Mismo.
El Amor que Eso siente por mí,
que se enamora de la Vida a través mío
y el Amor que yo, humilde, siento por Eso.
Mi Benefactor y Amado.
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