Si concebimos la espiritualidad como la unión con “Todo lo que Es”, el camino del despertar puede resumirse en una sola palabra: “integración”. Cuando internamente vas haciendo concientes todos los distintos aspectos de ti mismo, también la realidad externa se transforma, y comprendes que eres solo un eslabón más en la cadena de la vida. Entonces el contacto con la naturaleza llega a convertirse en una experiencia mística de plenitud, en una sensación de expansión que conecta internamente al ser con todo lo que sus ojos ven y su corazón siente.
Un día de campo es la alegría del espíritu, es un ritual de celebración de la vida. El contacto con la naturaleza puede disolver la tristeza y recargar la energía del hombre agotado por el exceso de trabajo y la preocupación. Si deseas experimentar la verdadera comunión espiritual, camina conscientemente por el bosque, deja que tu mente calle y el corazón se expanda hasta tocar los árboles, la textura y el color de las flores. Permite que te conmueva el canto de los pájaros y te arrulle el murmullo del agua que corre por entre las piedras.
El hombre moderno, que vive hacinado en las ciudades, ha perdido el contacto con la naturaleza, por eso se siente aislado y alienado. Nuestra civilización está enferma, por haber desarrollado excesivamente los valores de lo masculino, en detrimento de lo femenino. La represión de su aspecto femenino es lo que hace que el individuo se sienta separado de la madre Tierra, y prime en él el afán de dominación, que da valor al medio ambiente solo en función de poseer y de conseguir dinero.
Pero el planeta en esas condiciones no puede continuar sustentando la vida. Por eso ahora la prioridad es alcanzar un punto de equilibrio, que, primero consigue el individuo dentro de sí mismo, y luego proyecta a nivel local; para que más tarde sea el patrimonio de la sociedad humana, a nivel global. El péndulo planetario induce ahora hacia un cambio de polaridad, vamos todos viajando de vuelta al corazón, hacia un despertar espiritual sustentado en el poder de síntesis, la intuición, la sensibilidad y la receptividad, que son los valores femeninos por tanto tiempo devaluados.
Integrarnos es reestablecer el contacto amoroso con la Madre Tierra. ¡Comienza con esa tarea hoy! Si no te es posible salir al campo (para colmarte del verde de los árboles, del azul del cielo, del aroma perfumada y la fiesta multicolor que te regalan las flores) entonces te queda el recurso de crear interiormente tu jardín privado, donde puedas refugiarte cada vez que quieras encontrar un bálsamo calmante para la angustia crónica, y un centro de paz en medio del torbellino de la agitación diaria.
1 comentario:
Me ha gustado mucho.Totalmente deacuerdo, no conzco a Gloria pero felicidades. Y felicidades y gracias a ti por el trabajo que haces con este blog ....y todo lo demas. A ver si vamos abriendo los ojos...
Un beso.
David
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